martes, octubre 27, 2009

La Generación H

Gran parte de la generación del baby-boom de los 70 sufre las consecuencias del holocausto inmobiliario. La cultura generalmente instaurada de la compra de piso ha jugado una mala pasada a muchos. Ahora se empieza a ver claro por todos, porque la burbuja inmobiliaria negada por la mayoría, una vez reventada ya se pone crudamente de manifiesto por todos.

De hecho hasta la ministra económica dice que el pinchazo de la burbuja inmobiliaria les pillo por sorpresa (ver artículo). Es lógico que algo te pille por sorpresa si niegas su existencia. Obviamente el Gobierno y el resto de administraciones públicas no estaban dispuestas a parar la excelente recaudación de impuestos proveniente de los inflados precios de la vivienda.

Las consecuencias las tenemos aquí, duramente reflejadas en la Generación H (ver artículo). Generación que ha sufrido la masificación por donde quiera que ha pasado, y como era de esperar también en la vivienda, que se ha traducido en tener que pagar un altísimo precio por un bien básico para su desarrollo vital. Deberían haber sopesado otras alternativas como el alquiler, pero el afán por la compra, debidamente alimentado por los medios y creencias populares, les ha jugado una mala pasada.

Los Gobiernos lo sabían, pero ellos se renuevan cada 4 años, los males que sufran gran parte de la población durante largo tiempo no les preocupan, miran a corto plazo. Ellos podrían haber optado por políticas más propias de los países más avanzados de Europa, fomentando el alquiler, pero eso les habría supuesto un corte de los ostentosos beneficios inmobiliarios que han obtenido.

La Generación H debe aprender de su historia, debe anticiparse a los problemas futuros, con la vivienda claramente se ha equivocado, pero todavía está a tiempo de prepararse frente a otros problemas que seguro sufrirán, como por ejemplo son las pensiones. Hay que ignorar las voces que aseguran el buen funcionamiento del sistema de pensiones, pues la masificación en este servicio va a hacer que baje la cuantía de las pensiones o simplemente que no se puedan llegar a cobrar. Por ello, deberán ahorrar por su cuenta para tener una jubilación feliz, para disfrutar de su vivienda por fin pagada tras 30 años de esclavitud hipotecaria.