martes, marzo 06, 2007

La construcción de viviendas no puede parar

Ahora empiezan ha asomarse los problemas de elegir un modelo económico equivocado años atrás. Se ha potenciado en extremo la construcción, de tal manera que ahora construimos más viviendas que las que se hacen en Alemania, Inglaterra y Francia juntas, lo cual es una absoluta locura pues somos un país con mucha menos población que los anteriores.

Antes del 98 se construían muchas menos viviendas, ni la mitad que ahora, y el Gobierno fomentó el acelerón de la construcción para crear empleo y hacer crecer la economía. Grave error, pan para hoy y hambre para mañana, como se suele decir. El dinero barato con tipos de interés bajos permitió este despegue constructivo. Pero ahora los tipos han subido, no es tan fácil conseguir una hipoteca y los plazos de venta se alargan.

Los constructores han puesto el dedo en la llaga como reflejan las noticias de Invertia y El País. Si se frena la maquinaria constructiva se perderán puestos de trabajo, es decir, que si el Gobierno quiere que no se pierda el empleo creado debería seguirse con el actual ritmo de construcción. Pero es que eso mismo es imposible, nuestra población no puede absorber tal cantidad de viviendas año tras año, y menos a los precios actuales.

El ritmo de construcción de viviendas deberá frenarse lo quieran los constructores o no y eso traerá el paro. Ellos mismos calculan que si se dejan de construir 100.000 viviendas al año se pierden 200.000 empleos. Haciendo grandes números si ahora se inician más de 800.000 viviendas al año y lo que puede absorber nuestra población se estima en 300.000 viviendas, pues son un millón de empleos los que se esfuman.

La vuelta a la normalidad será dolorosa y traumática, más si el ajuste es brusco. Este ajuste podría ser más suave si la vivienda bajase de precio y la demanda que ha quedado fuera del mercado pudiese comprar el exceso de vivienda, mientras el ritmo de producción desciende y los parados de la construcción se recolocan en otros sectores.

Tener un mercado bloqueado por los altos precios de la vivienda, con largos plazos de venta puede ser catastrófico, hay que dar salida a lo que se construye o las ciudades fantasmas y los edificios a medio construir empezarán a adornar el país por doquier. Hay que recordar que ya hay 3 millones de viviendas vacías en España.